Entonces, podemos suponer que el pensamiento lateral desafía suposiciones arraigadas mediante técnicas como la comprobación crítica de creencias y la formulación de preguntas disruptivas, por ejemplo, al cuestionarnos: «¿por qué las alcantarillas son redondas?», se revela que su diseño evita que las tapas caigan dentro, desmontando suposiciones sobre practicidad. Estas interrogantes impulsan soluciones alternativas a través de: a) analogías creativas: como la analogía directa usada en biomímesis, donde empresas como Adidas imitaron la estructura de piel de tiburón para diseñar trajes de baño que reducen la fricción acuática; y b) técnicas estructuradas como SCAMPER (que revisamos en la Sesión 4) que se refiere a: sustituir, combinar, adaptar, modificar, poner en otros usos, eliminar y reordenar, aplicada al rediseño de un rastreador fitness: sustituir pilas por energía solar o eliminar pantallas para priorizar funcionalidad.

En este contexto, el transformar ideas en acciones requiere modelos simples de prototipado que validen hipótesis rápidamente. El proceso de inspiración-incubación-iluminación (Wallas, 1926, mencionado en Mattson, 2021) estructura este recorrido: la fase de incubación, donde la mente subconsciente reorganiza información durante actividades como caminar, es clave para conexiones innovadoras; por ejemplo, el ejemplo que comentamos de LEGO en la sesión pasada. 

A manera de conclusión, el pensamiento lateral y la visualización son motores para navegar entornos complejos, desde conflictos cotidianos hasta disrupciones laborales. Al combinar la deconstrucción de suposiciones con modelos ágiles de prueba, es posible que transformemos la incertidumbre en oportunidades, recordando que, como afirma Einstein: «La lógica te lleva de A a B; la imaginación te lleva a cualquier parte».